Un atardecer en la sierra. Una quedada improvisada en un bar a las afueras de la ciudad. Un viaje antes de que empiece a funcionar el metro. La visita y enhorabuena que merece mi amigo al recibir una buena noticia. Una sorpresa para ti. Mi coche.
Son muchos los momentos vividos a bordo de mi coche, experiencias que ya forman parte de nuestra memoria y que jamás podrían haber sido posibles si no hubiera sido por él. Desde que cumplimos los 18 teníamos un objetivo muy claro: nos sacaríamos el carnet de conducir antes de empezar la Universidad. El coche sería otra historia, más adelante, con más posibilidades… pero lo que ya teníamos decidido era que sellaríamos el pasaporte a un mundo nuevo de experiencias en las que la improvisación y la espontaneidad pasarían a un primer plano.
La vida es para nosotros. Y con esta máxima vivimos cada mañana. Como ya sabéis en este blog os contamos las experiencias gastronómicas que disfrutamos dentro y fuera de nuestras fronteras, porque creemos que merece la pena hacer un homenaje a los placeres culinarios que nos brinda cada momento. Y en este caso el coche cobra un protagonismo esencial.
¿Cuántas ve
ces nos han propuesto un plan a varios kilómetros de nuestra casa? ¿Qué hay de esa crítica que leemos y que nos invita a visitar un restaurante alejado de la ciudad? Por no hablar de los viajes en carretera que nos permiten parar en un lugar improvisado y descubrir secretos gastronómicos a los que jamás hubiéramos accedido (mención especial a los bares de carretera españoles).
El coche nos traslada en muchas ocasiones a paraísos gastronómicos que hoy tienen cabida en nuestro blog. Nos gusta disfrutarlos y también enseñároslos a vosotros que, como nosotros, también sabéis disfrutar de la vida 🙂
Formar parte de la comunidad
Estas experiencias se difunden en muchas comunidades online de conductores en las que se desarrolla todo un mundo paralelo. En ellas se aporta información, se comparten experiencias, se transmiten consejos de cuidado del coche en invierno y, sobre todo, te hacen sentir parte. Porque la vida hay que disfrutarla, y si además se comparte, ¡mejor aún!
Me gusta la imagen de un maletero repleto de equipaje. Da la sensación de diversión, de nuevas experiencias, de cosas por hacer. Me gusta ese momento en el que repasas las maletas y corres de nuevo a casa a coger eso que se te ha olvidado. Sin prisas, sin pausa, sin agobios de horarios y con la ilusión de lo que está por venir. Sin duda, no cabe un alfiler más en este viaje… pero a la vuelta, la de imágenes y experiencias que traemos sin que ocupen lugar…
