“Si cansado de ver tanta hermosura quisieras reposar y tomar fuerzas, a la casa de Eustaquio llegaréis, que, aunque no es una casa solariega, es casa de comidas, donde todos yantaréis las comidas extremeñas”. Así describió Juan García El Figón de Eustaquio, uno de esos lugares que parecen anclados en la más pura cocina típica cacereña.
Cocina típica cacereña
Si preguntas a cualquier cacereño por un restaurante de referencia en la ciudad, te guiará, sin duda a este establecimiento fundado en 1947 que hace gala de albergar cocina típica con productos de primera calidad de las tierras extrememeñas. Aprovechando una visita relámpago a Cáceres, no quisimos perder la oportunidad de visitar El Figón de Eustaquio, un refugio donde los años parecen pasar de largo. Sorprende la inmensidad de una carta protagonizada por los platos de caza, los guisos y las carnes rojas. Dejándonos llevar por la comida tradicional, optamos por la torta del casar típica de la región, las migas extremeñas y un revuelto de verduras muy sabroso, aunque también nos habían recomendado la sopa de marisco y la ensalada escabechada.
Elegir el segundo no fue una tarea sencilla ante opciones tan suculentas como el cordero, el venado, el carpaccio de ternera o el cochinillo. Para seguir con una comida consistente, elegimos entrecot, solomillo de choto al foie, solomillo de cerdo con orégano y rabo de toro, unos platos tan potentes como sabrosos que regamos con vino de la tierra (aunque la carta de vinos es muy amplia). Nuestro espíritu goloso nos obligó a probar la tarta de queso y el tocino de cielo, elecciones muy recomendables.
El precio (cerca de 50 euros por persona) nos pareció desorbitado para una comida de estas características. El Figón de Eustaquio ha sabido beber de su legado tradicional, pero debería adaptarse, quizás, un poquito más a unos tiempos de bolsillos ajustados.
El Figón de Eustaquio. Plaza de San Juan 12-14. Cáceres
