De boda en Tierra de Pinares
Tierra de Pinares, Valladolid
El sábado 22 de junio celebramos una de las bodas de nuestros amigos, y lo hicimos al abrigo de la Tierra de Pinares, una de las comarcas vallisoletanas más apreciadas por el buen vino y el buen sabor de sus productos. El restaurante elegido fue el Pic-Nic, en Pedrajas de San Esteban, localidad del extremo suroriental de la provincia de Valladolid que limita por el sur con Segovia, y conocido por ser el primer municipio productor de piñón en España.
Cóctel para abrir boca
Comenzaba a atardecer cuando se abrió el cóctel en la terraza exterior. Unos vasitos con crema de queso Flor de Esgueva abrieron la noche, con una gelatina de vino D.O. Ribera de Duero. Una degustación muy suave y original, que sí nos gustó pero no llegó a emocionarnos, pues somos grandes amantes del queso y el sabor que ofrecía podría haber sido algo más fuerte. El cóctel continuó con una amplia selección de canapés de sabores diversos: salmón, jamón ibérico, queso o foie, una buena elección para calmar el apetito. Les siguieron unas mini hamburguesas de solomillo de buey, realmente buenas, pero quizá demasiado pesadas para combinar varios aperitivos en el cóctel con la cena posterior. Y se completó con unas corbatas de secreto ibérico muy sabrosas y originales, y unas piruletas de gambas a la crema del chef, todo un manjar con un sabor muy conseguido.
Y de fondo, durante todo el cóctel, un maestro cortador nos preparó deliciosos platos de jamón ibérico D.O Guijuelo, que no faltó a las expectativas. Todo ello aderezado con una barra de bebidas frías y un cup de frutas que bien calmaron nuestra sed inicial.
Cena en el Salón San Agustín
Tras la llegada de los novios y una pequeña sesión de fotos pasamos al comedor principal, denominado Salón San Agustín. El plato de entrada se presumía interesante: vieira gigante gratinada al parmesano con langostinos salvajes calientes al Vino Blanco de Rueda. Este manjar realmente impresionó a la mesa, el sabor que dejaba la vieira al traspasar el gratinado de queso era sabrosísimo, y fue una gran elección para disfrutar antes de entrar en los platos fuertes.
Para el pescado los novios se decantaron por los productos de la tierra: supremas de rape al caviar de Castilla “Piñón Pedrajero”, un plato rico que sin embargo no cautivó a los comensales. El sabor era bueno, el rebozado muy fino y la salsa sabrosa, pero no supuso ninguna sorpresa dadas las expectativas de un menú de boda.
Un sorbete de mojito al ron cubano fue el encargado de limpiar el paladar. Con una textura muy conseguida y un sabor muy suave, gustó muchísimo a los invitados, que repitieron en muchos casos.
Y llegó el turno de la carne en la que, cómo no, apostaron por un auténtico Lechazo Churro IGP (Indicación geográfica protegida) de Sacramenia, asado en horno de leña con bouquet de lechuga gourmet. El sabor era impresionante. Bien es sabida la dificultad para que un lechazo llegue a las mesas con sus plenas cualidades, en una celebración con tantos comensales, pero sin duda fue el plato estrella. En mi caso, repetí manjar y me decidí por distintas partes del cordero lechal, para comprobar su jugo. Lejos de defraudarme, el resultado fue acertadísimo.
Para cerrar el banquete y tras el tradicional corte de tarta de los novios, llegaron a la mesa los platos del postre: Tarta Aniversario con coulis de frutos rojos y cucharita de leche merengada con mini brocheta de fruta natural. Sin ser muy amiga del dulce, tengo que decir que me gustó mucho este cierre de cena. El helado, muy suave y bueno, que combinaba a la perfección con la tarta, de una fina textura de chocolate. Aunque muchos no llegaron a terminarse el plato, el sabor era delicioso, y la idea de las frutas muy acertada.
Los vinos de la Ribera del Duero
La selección de vinos durante la cena fue propia de la comarca, y como esperábamos, no defraudó: el Blanco de Rueda Cepas Centenarias Verdejo 2012 que bañó los primeros platos dejó paso al tinto crianza de Prado Rey, una apuesta segura para los amantes de la bodega castellanoleonesa. El espumoso, el tradicional Palacio de Bornos.
En general podemos decir que quedamos muy satisfechos esa noche, tanto en la cena, sabrosa y contundente, y la atención en el Pic-Nic, que no dejó detalle a la improvisación. ¡Viva los novios!
Muy buena descripción, todo buenísimo!